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Un fotógrafo inesperado

Jorge Palomo Durán

15/06/2023     27/08/2023

Nadie, ni siquiera él mismo, esperaba ya al fotógrafo Jorge Palomo Durán (Madrid, 1885-Logroño, 1942). Los archivos históricos guardan recuerdo de los numerosos e importantes proyectos en los que intervino como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Las hemerotecas custodian a su vez reseñas de las actuaciones del que fuera director teatral e incluso cantante aficionado. Entidades tan diversas como el Aero Club Popular, el Ateneo Riojano, la Sociedad de Conciertos de Logroño, el Ayuntamiento de Logroño, la Asociación Libre de Defensa de la Propiedad Urbana Española o el Rotary Club de dicha ciudad, por ejemplo, mantienen en sus memorias las aportaciones de este polifacético personaje. Pero nadie, hasta hace muy poco, esperaba al fotógrafo Jorge Palomo Durán. Y, créannos, merecía la pena.

La casualidad, como tantas veces ocurre, es crucial en esta historia. La azarosa aparición, con motivo de las obras que se estaban llevando a cabo en una vivienda, de dos cajas de madera con más de mil negativos estereoscópicos de cristal cada una, permitiría descubrir, hace apenas cuatro años, al inesperado y excepcional fotógrafo que habitaba dentro de este arrollador Ingeniero, artista de elevado sentido estético y toque magistral. El hallazgo inicial se completó luego con la localización de otras tantas placas que permanecían en poder de la familia, lo que permitió la digitalización, catalogación y estudio de unos 4.500 negativos estereoscópicos de cristal de 45×107 mm. Es decir, una parte importante de los aproximadamente 6.500 que tomó entre 1912 y junio de 1942: instantáneas que nos invitan a la reconstrucción de su biografía, sus trabajos, sus viajes, sus aficiones y su precisa visión del mundo que le rodeaba…

Pese a su exquisita destreza técnica, a su dominio de la luz y a su talento para el encuadre, el inesperado fotógrafo Jorge Palomo, con sus imágenes, sólo buscó el deleite íntimo, sin pretender nunca —o, quizás, sin siquiera imaginar— su exhibición pública. Esa discreción, casi sorprendente en un perejil de todas las salsas sociales como era él, nos permite acercarnos casi por vez primera a una obra inédita, personal, sorprendente, original y reveladora de la inagotable curiosidad de un envidiable humanista.

La exposición Jorge Palomo Durán, un fotógrafo inesperado, nos permite acceder a su vida familiar, centrada en su chalet Los Rosales, a las afueras de Logroño, donde compartía su existencia con su esposa Carmen Cadarso García de Jalón y sus siete hijas, donde revelaba también sus fotografías y cuidaba sus 200 variedades de rosales, origen y retorno de infatigables viajes. Palomo, perteneciente a la promoción de 1908, empleó la fotografía tanto como herramienta necesaria en sus proyectos como forma de fijar en el tiempo su contribución al progreso. Afán documentalista no ajeno a preservar la memoria visual de los mundos que desaparecían sin remisión a su alrededor, ni a los variopintos acontecimientos sociales de los que ejercía como necesario cronista.

Con su vida centrada en Logroño desde la segunda década del siglo XX, las fotografías de Jorge Palomo Durán nos permiten hacer un recorrido inédito por una Rioja que ya sólo existe en el recuerdo, pero que nos ofrece nuevas herramientas para observar el porvenir cargado de tintes inciertos.

Comisario:
José Manuel Ramírez Martínez

Produce:
Sala Amós Salvador – Cultural Rioja

Escucha los podcast de la exposición:

1. Introducción

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El hallazgo fortuito de dos cajas de madera cuyo interior albergaba unos mil negativos estereoscópicos de cristal cada una, fue el punto de partida de la investigación que nos llevó a localizar tres cuartas partes de las 6.283 placas que, en su origen, formaban esta sorprendente colección. Ni que decir tiene, no teníamos la mínima sospecha de quién era su autor. El tipo de placa de cristal de 45 x 107 mm. dejaba claro que se habían disparado con una glyphoscope, una cámara francesa de cuerpo metálico y dos objetivos en horizontal, uno para cada ojo. Desde su desarrollo en 1904, era una cámara muy popular entre aficionados y profesionales de la fotografía de todo el mundo. Inventada por el ingeniero Jules Richard de París en los estertores del XIX, la glyphoscope basó su éxito en su pequeño tamaño, su peso liviano, su sencillez de uso y unas excepcionales prestaciones para obtener instantáneas de gran precisión.

Tras incansables pesquisas, logramos dar con la identidad del autor del valioso legado. Tras el disparador de la cámara se hallaba un brillante y polifacético ingeniero de caminos, canales y puertos llamado Jorge Palomo Durán. Aunque nacido en Madrid, el ingeniero Palomo acabó convirtiéndose en un logroñés más a raíz de su matrimonio con María del Carmen Cadarso García de Jalón.

Sirva esta exposición como forma de reivindicar su talento arrollador y renacentista.

2. Vida familiar

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La profesión de ingeniero lleva asociada una movilidad intrínseca, cambios de destino y desplazamientos puntuales al lugar de las actuaciones. Algo que, pese a que Palomo estableció su residencia en Logroño en 1914, sirve para explicar los diferentes lugares de nacimiento de sus siete hijas. 

El amor por su esposa Carmen es palpable en muchas instantáneas: con ella visitaba obras, acudía a reuniones y compartía viajes de asueto o de trabajo, por España y por el extranjero. Más tarde fueron sus hijas mayores quienes le acompañaron mientras su esposa atendía en Logroño los asuntos cotidianos.

Al final de su vida, tras una infundada acusación de masón que le amargó la vida, se refugió al calor de su familia en el chalé de Logroño, donde, el 5 de junio de 1942, fallece a causa de un infarto de miocardio.

3. Vida social

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A raíz de su boda con María del Carmen Cadarso en 1910, los vínculos afectivos de Jorge Palomo con Logroño crecieron hasta convertirse en su ciudad en 1914. Logroño, de escasa población y fuerte componente rural, acabó atrapándole de tal guisa que en 1924 encargó a sus cuñados arquitectos la construcción de un chalé para residencia familiar en una zona de expansión de la ciudad: en el cruce de Duquesa de la Victoria y Marqués de la Ensenada. En este chalé, derribado en 1970 y al que llamaron Los Rosales, se criaron sus siete hijas, sus nietos y unas doscientas variedades de rosas. 

Su carácter inquieto y curioso, el amplio abanico de sus entusiasmos y su simpatía natural explican su protagonismo como impulsor de todo tipo de iniciativas sociales y culturales que rompieran la monotonía de su ciudad.

4. Vida profesional

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Gracias a las imágenes que Jorge Palomo atesoró en su laboratorio fotográfico, podemos rastrear, con detalle, su periplo profesional por España y el extranjero. La colección resulta fundamental para recomponer su biografía y catalogar sus obras, pero también para comprender como el mundo rural, con su fuerte componente etnográfico, se adueñaba de sus gustos. Clarividente, Palomo observó que sus fotografías eran una forma de rescatar ese tiempo del olvido, de conservar ese mundo condenado a muerte por el progreso que prometían sus obras. Cada toma esconde, entre molinos, acequias, puentes, carreteras, o defensas, parte de su curriculum, la documentación de sus trabajos acompañados de la figura humana, soporte necesario para darles proporción y sentido. 

5. Vida en La Rioja

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Entusiasta de su profesión, de la música, el teatro, los toros o de cualquier acontecimiento que rompiera la invariabilidad de la vida logroñesa, el ingeniero Palomo tuvo una vida social muy activa en la capital riojana, donde ocupó cargos de responsabilidad y honoríficos en muchas asociaciones populares y en los círculos de la alta sociedad.

Pero su conocimiento de la región, no se quedó en la ciudad. El ejercicio de su profesión le sirvió para recorrer La Rioja y entrar en contacto con un mundo que, a él, madrileño de nacimiento, acabaría sorprendiéndole. Las instantáneas que tomó en sus andanzas por el valle y por la sierra ponen de manifiesto este asombro y admiración que, poco a poco, sin apenas darse cuenta, provocó que cada elemento etnográfico pasara a formar parte de sus querencias.

Un fotografo inesperado — Exposición de Jorge Palomo Durán

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