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G. Moreda

Abstracción y figuración

 

16/06/2015     14/05/2015

Desde que a principios del siglo XX Kandinsky llegó a la abstracción, la plástica quedó dividida en dos campos diametralmente opuestos: el arte figurativo y el arte abstracto. De ese antagonismo ideológico no solamente han participado los profesionales de la plástica sino también críticos, galerías, intermediarios del arte y por supuesto el público. El arte no figurativo es sin lugar a dudas el movimiento más importante realizado a partir del impresionismo y también el más polémico.

Lo curioso del caso es que la abstracción es tan antigua como el propio hombre, pues no podemos olvidar a este respecto la obra maestra de la abstracción paleolítica que es la magna pintura de la Cueva del Castillo (Santander) y que el crítico Juan Eduardo Ciclot cita en su bella obra «El espíritu abstracto». La no figuración por lo tanto se ha de mantener a lo largo de la historia y ha de ser siempre fuente de inspiración en toda la historia de la humanidad. Bien es verdad que la abstracción quedará relegada, la mayoría de las veces, a un arte artesanal bien sea en joyas, en adornos, en rellenos y en aditamentos de mil variados objetos, pero ese espíritu abstracto ha de estar presente en todo lo ancho y largo de la historia del arte hasta que abandone esa postura humilde y relegada y pase a su mayoría de edad. Eso se produjo en 1910 y fue el ruso Kandinsky el que se dio cuenta perfectamente de que no era necesario contar con la figuración para que un cuadro fuese bello. Con este paso se habían roto las cadenas que fijaban el arte con lo temático, con lo narrativo y con lo literario para llegar a una desnudez total de la plástica en donde su defensa se encuentre en esos sectores vertebrales sin necesidad de apoyaturas objetivas.

El arte abstracto ha creado una nueva conciencia en el artista actual ya que se busca más lo creativo que lo imitativo y, si bien es verdad que no ha absorbido a la figuración, también es cierto que le ha obligado a buscar, apoyándose en ella, un mundo de creación en donde el artista, atendiendo a la realidad, no la imita simplemente sino que se sirve de ella para expresar su mundo.

Por eso no nos puede extrañar que estén vivos y con mucha aceptación los estilos figurativos que participan más de la creatividad, como el expresionismo, el surrealismo y varios más, e incluso el híper-realismo que busca la realidad muda en esa noble competencia con la máquina de fotografías. Cosa un poco curiosa en nuestros días, se ha dado cuenta de este problema y ha cogido elementos básicos de surrealismo. Todo esto creo que es muy lógico y natural ya que la plástica no tiene por qué reproducir la realidad sin más y el autor darnos una fría lección de un sólido y bien aprendido oficio, sino más bien el abrimos las puertas de su espíritu que, a veces, poco o nada tiene que ver con la realidad que cotidianamente vemos y palpamos. En estos momentos en que el ser humano está sobrecargado de imágenes reales debe buscar en la irrealidad o en una arbitraria realidad. Admiramos más al artista en su creatividad y en su mundo que la perfección con que puede transmitirnos un trozo de esa realidad cotidiana. Desgraciadamente en estos momentos existen personas que se agarran a la realidad fuertemente y juzgan al artista como un simple reproductor de ésta, sin pensar que ese artista no es una máquina, sino más bien un ser humano, cuya alma se encuentra muy por encima de una plasmación meramente objetiva.

El arte no es estático y como todas las cosas de la vida tiene su historia y responde a un momento social, político, económico y étnico, y como tal es un perfecto reflejo de la humanidad presente, pero lo lamentable es que parte de esa sociedad se vea más identificada con épocas anteriores y sean generaciones posteriores las que comprendan ese momento. Ejemplos de esto tenemos muchísimos en toda la historia del arte y esta época no iba a ser una excepción en cuanto a esa comentada incomprensión.

La abstracción, estemos de acuerdo o en desacuerdo con ella, no podemos negar la gran influencia que ha ejercido en las artes, dando una nueva conciencia y unas libertades antes desconocidas.

G. MOREDA

«EL CORREO ESPAÑOL» -El Pueblo Vasco, 9 de mayo l980.

Artista:
Emilio G. Moreda

Colaboradores:
Cultural Rioja

Fotografía:
JPEG Estudio

Abstracción y figuración— G. Moreda