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Candela Cort, el arte de volar

Candela Cort, el arte de volar

Candela Corte

El Arte de Volar

 

08/10/2009     15/11/2009

Conozco a Candela desde hace muchos años. O mejor, trato de cazarla entre nubes y pájaros, que son sus inconstantes compañeros de viaje. Cazarla al vuelo, porque va a todo trapo. Cuando tú andas devanando el hilo de sus pensamientos, un hilo obsesivo que se enreda como una constelación desobediente, sin respeto por tiempo y espacio, ella ha ensartado ya las perlas, ha marcado el ritmo, ha completado la trama. Y lo que es más importante, ha preservado el misterio de su inspiración. Porque ante todo Candela procede del arte y, atraída como una polilla a la luz, tiende a él. Lo suyo es vuelo de precisión y de riesgo.

En sus sombreros, tocados, diademas, cajas, collages, trabaja con el ojo, mucho más rápido que las manos, y más fácil de herir que el pensamiento. Como está acostumbrada al peligro de la mirada; como la proyecta sin miedo sobte todo lo que encuentra bello, ya sea un fragmento de papel fotográfico olvidado, una sarta de corales, un haz de heno seco o una tela de sombra, puede permitirse el lujo de echarle una ojeada o pegar un cuchillazo, si, ¡ella es temible! a una dama de Guirlandaio, a una a “tete de femme” cubista o a una eremita inadvertido. Su lema, que ella calla por coquetería mundana es “il faut oser”, y ¡vaya que lo hace! Ahora, en esta exposición, su audacia de siempre, su laborioso genio, como la risa cuando no se puede contenerpor más tiempo, estalla sobre la Historia del Arte y sobrevalorándolo, a vista de pájaro, lo termina, endereza, y reactiva de un plumazo. Y lo mejor que puedo decir de esta empresa es que no es un manido homenaje, ni una apropiación indebida, sino el modo que esta gran fabuladora tiene de enseñarnos su árbol genealógico y de qué madera está hecha. ¡La muy pájara!

María Vela Zanetti.

Artista:
Candela Cort

Colaboradores:
Cultural Rioja

Fotografía:
Clara Larrea

Horacio Coppola, fotografía

Horacio Coppola, fotografía

Horacio Coppola

Fotografía

 

15/07/2009     26/07/2009

La Sala Amós Salvador acoge la mayor retrospectiva fotográfica de Horacio Coppola realizada en España hasta la fecha. Reconocido como el fotógrafo de Buenos Aires por excelencia, el artista argentino, actualmente con 102 años de edad, es responsable por introducir la primera mirada moderna en la historia de la fotografía argentina. ¿Qué significa exactamente ser moderno, en plenos años veinte y treinta del siglo pasado, en una “ciudad hormigueante, ciudad llena de sueños”? Jorge Schwartz, comisario de la exposición, trata de contestar a esta y otras preguntas, con una selección de 125 fotografías, cuatro cortometrajes, y una extensiva muestra bibliográfica.

Coppola revela una temprana vocación por la geometría y por la abstracción, como lo vemos a partir de sus primeras fotografías a finales de los años veinte, en un inconfundible recorte vanguardista, en sintonía con las corrientes de la Nueva Visión. Su pasaje por la Bauhaus de Berlín, en 1932 y 1933, consolida esta mirada y lo pone en sintonía con las vanguardias artísticas internacionales. En el paisaje urbano de Horacio Coppola, tanto en el centro modernizante, como en las orillas que confunden horizonte y cielo, el gran personaje es sin duda la propia ciudad. Son las multitudes, las instantáneas de los cuerpos, los movimientos de los transeúntes, quienes dejan un registro del tiempo a través de los signos de la moda. Es una ciudad que, fotografiada desde sus diversos grupos sociales y registros arquitectónicos, se impone en su visión de totalidad al registro individual de los que se acaban convirtiendo en sus propios personajes. El diseño fundacional cuadriculado de la ciudad se verticaliza vertiginosamente, y Coppola, en 1936 y en ocasión del Cuarto Centenario de la capital Argentina, se dedica a hacerle un registro total. En las cartografías urbanas de Horacio Coppola vamos al encuentro de una ciudad moderna, recortada por la verticalización de los edificios, donde se mezcla la luz natural y el artificalismo del neón, y donde los cortes geométricos de los toldos protegen las vitrinas con maniquíes. Estamos frente a la foule baudelairiana de una ciudad que revela en la primera mitad del siglo XX una vocación europeizante y cosmopolita.

Otra de las grandes iniciativas de las conmemoraciones del Cuarto Centenario fue la construcción del Obelisco y el ensanche de la calle Corrientes, convertida en una de las avenidas emblemáticas de la ciudad. Absolutamente fascinado por el ritmo vertiginoso y modernizante representado por el Obelisco, Horacio Coppola, fundador en 1929 del primer Cine Club de Buenos Aires, realiza una obra maestra de carácter constructivo, la película: “Así nació el Obelisco”.

El vínculo de la mirada moderna con la arquitectura y con la ciudad es lo que marcó la carrera de algunos gigantes de la fotografía y del cine modernos: el París de Atget, Brassaï, Krull y Kertész; Berlín: Sinfonía de una gran ciudad (1927), de Walther Rutmann; la Nueva York de Stieglitz, Strand y Abbot, y finalmente, los Buenos Aires de Horacio Coppola. “Con ardor visual salí a la calle”, rememora el artista argentino de su fundación de Buenos Aires.

Artista:
Horacio Coppola

Comisario:
Jorge Schwartz

Colaboradores:
Cultural Rioja
Fundación Telefónica

Fotografía:
Fernando Díaz

Navaridas, Ice Oil

Navaridas, Ice Oil

Navaridas

ICE OIL

 

29/05/2009     05/07/2009

Piedras de papel, vientos de tinta

Navaridas aborda la naturaleza con una poética que, de puro realista, nos resulta abstracta. Lo que muestra en esta exposición es una inacabable sucesión de detalles de una naturaleza extraordinariamente áspera, compuesta de piedra y hielo, erosionada por el viento y la lluvia, caótica, siempre diferente y siempre igual. En este sentido, su representación no puede ser más fiel. Pero esa fidelidad no es en modo alguno resultado de la copia ¿Cómo es esto posible? Digamos que lo logra porque los medios de representación, los materiales utilizados, dejados a su libre albedrío, se comportan como la misma naturaleza que trata de reflejar. No se trata por tanto de repetir minuciosamente las formas del paisaje, sino de mostrar el isomorfismo del comportamiento de los materiales, dejados en libertad. No hace falta pintar la naturaleza porque, al fin y al cabo, lienzo, pigmento, disolvente y mano son naturaleza también y tenderán de manera natural a repetir sus formas.

En esa recreación de la naturaleza que realiza Navaridas llama la atención su carácter fractal. Porque si bien susu cuadros evocan las formas del mineral, también remiten al paisaje que estos minerales organizan. Microcosmos y macrocosmos se complementan. Así pues, vemos también grandes panorámicas, formaciones rocosas, morrenas, circos glaciales, estribaciones montañosas. Del mismo modo que la forma dentrítica es la de la raiz y la del rayo, la del río visto desde un satélite y la del reguero que en la playa deja la marea -pero también la de las sinapsis neuronales-, estas formaciones minerales son las de una pedriza y las de cada una de las piedras que la forman. Otra cosa que tal vez pueda llamar la atención es la repetición de imágenes tan parecidas, pero la recreación de lo natural precisa de ese desorden y de esa sobreabundancia. A diferencia de la economía de lo civilizado, lo natural se rige por el dispendio y la proliferación.

Otro rasgo destacado es la apariencia gélida y desolada de estos escenarios. El severo colorido lleva inscrita esa frialdad estéril. Deliberadamente o no, Navaridas plasma una hipótesis amenazadora, que remite a la catástrofe natural que la ciencia vaticina. El cambio climático, ya sea resultado de alteraciones producidas por el hombre o de la misma evolución del planeta, parece una realidad incontestable. Sabemos que la historia de la Tierra es una inacabable sucesión de eras frías y calientes, que ha tenido lugar muchas veces en el pasado. Es lo que nos recuerda esta exposición, esa mutabilidad cuyo ritmo excede el arco de una vida humana y quizá de la vida de la humanidad.

Quiero, por último, referirme a una cuestión que suele estar ausente en las reflexiones actuales sobre el arte. Me refiero a la belleza. Ya sabemos que todo el arte de las vanguardias fue una especie de cruzada en su contra, pues librarse de sus reglas era precio que tenía que pagar para conseguir su libertad. En las últimas décadas ha vuelto a estar presente, pero a la inversa, pues han proliferado las obras que explotaban más bien lo grotesco y lo desagradable. No es este el momento de definir qué cosa es bella y qué no, pero una obra que trata de la naturaleza -la matriz originaria de lo bello- no puede dejarla de lado. La obra de Navaridas no trata de mostrarnos la belleza idealizada que forjaron los paisajistas de épocas pasadas. La categoría que le cuadra es muy otra. El caos abrumador de sus roquedos, de sus catástrofes monocromas remite, en efecto, a una instancia diferente. Late más bien en estas obras el aliento de lo sublime. De este sublime que suspende el ánimo y nos empequeñece ante una naturaleza que no podemos abarcar ni dominar. Un sublime romántico ante la visión de una grandiosidad irreducible a toda medida. Ante la que estamos solos, meditando en nuestro destino y en el del mundo en que nos ha tocado habitar, y que apenas logramos comprender y en el que no encontramos sentido.

José María Parreño

Artista:
Demetrio Navaridas

Colaboradores:
Cultural Rioja

Fotografía:
JPEG Estudio

Ouka Leele. Por siempre inédita

Ouka Leele. Por siempre inédita

Ouka Leele

Por siempre inédita

 

03/04/2009     24/05/2009

No me sorprendería, si un día alguien entrara en el estudio de Bárbara Allende, la contemplara hablando con los Ángeles.

Borges escribió un poema en el que hace referencia a Jesús, cuando ya en el cielo… rememora con nostalgia la lluvia en Galilea, y el aroma de la carpintería, donde vivió treinta años… Pues bien, Bárbara Allende parece nutrir su imaginario de la nostalgia de cien civilizaciones. Como si la trasmigración de las almas, en todo su devenir esotérico, diera aliento a su creatividad.

Una exposición antológica de Ouka Leele, aunque recoja tan solo parte de su prodigiosa obra inédita, nos mostrará las asociaciones fortuitas, y fulgurantes, que hacen a sus imágenes expresiones de un talento y genio únicos, capaz de crear una obra original y universal, realizada con pulso firme desde hace tres décadas, y merecedora del Premio Nacional de fotografía.

En la exposición “Ouka Leele inédita” nos encontraremos por tanto, con una obra plena de eclecticismo creativo. Contemplaremos el universo de las formas de Ouka Leele. Siempre integradas en el misterio de la creación. Realidad y sueño, lo onírico, respirando en todo cuanto de humano encierra el espíritu.

Ouka Leele encuentra en su trabajo, lo inaprensible de la esencialidad clásica, le da forma y lo humaniza, su obra transciende más allá del momento que le ha tocado vivir.

La exposición prevista será un acontecimiento popular. Pues su talento, como el que demandaba Ortega y Gasset, se identifica al instante con la mirada humana. La obra de Ouka Leele no sólo es ciencia y cultura, es atávicamente verdadera, como lo es el trabajo y el amor. Pero no debemos olvidar ni por un instante “que el genio puede gustar y parecerse a todo el mundo, pero nadie se parece a él.”

Si contemplamos sus retratos, apreciamos al instante la búsqueda de la redefinición de lo que somos. Por ejemplo, dos seres de espaldas, hombre y mujer avanzando hacia una noche urbana, cogidos del brazo y anónimos, le bastan a la artista, para valorar a hombre y mujer como síntesis y microcosmos de una subjetividad inaprensible, que nos conforma en una soledad mutua. El misterio de la finalidad humana.

Ouka Leele otorga albedrío a todas sus criaturas, niños, mujeres y hombres ya sean anónimos o famosos. Cada uno se define a sí mismo por encima del “estilo” del artista. Docenas de seres que son fotografiados sin ser juzgados, ni su destino fosilizado en la instantánea fotográfica.

En una sociedad degradada por la vulgaridad del arte por y para la masa, invocar la sensibilidad y estética de la persona se hace acuciante. La creatividad civilizadora de Bárbara Allende y Gil de Biedma, intenta asociar el arte a la reflexión, nos encontramos en la plenitud del significado de hacer arte. Todo cuanto el mundo nos ofrece de irónico, mágico, misterioso, sensual, inaprensible y trágico (Cristo yaciente y sin cruz, junto a una pala que aguarda) está recogido en estas obras.

Celebremos los primeros cincuenta años de una mujer única, que regala al mundo sus sueños, forjados en lucidez y belleza.

Rafael Gordon, Comisario de la exposición.
Febrero 2009

Artista:
Ouka Leele

Comisario:
Rafael Gordon

Colaboradores:
Cultural Rioja

Fotografía:
Clara Larrea

Parartistas. Un aproximación a la creación parartística en La Rioja

Parartistas. Un aproximación a la creación parartística en La Rioja

Parartistas

Una aproximación a la creación parartística en La Rioja

 

05/02/2009     22/03/2009

El enrevesado título que encabeza la portada no esconde un neologismo que se pretenda enigmático o exija la perspicacia y brillantez del lector para su comprensión última. Lo que se encadena gramaticalmente es el néctar de toda una geografía oculta, los cruces de caminos, un atlas de proximidad que serpentea en los arrabales del arte confundiéndose a veces con prácticas artísticas más convencionales e institucionalizadas, validadas por crítica y público. A la vez que se desmarca del continuo estructurado del mercadeo artístico para constituirse en obra de resistencia, combativa y en la mayoría de las ocasiones decididamente ajena a los pulsos estilísticos dominantes. Ese pretendido parentesco es además un disfraz envenenado que los artistas presentados usan a su antojo. En algunos casos la obra remite a influencias posmodernas y en otras incluso de las vanguardias tardías, rescatando de aquellos sucesos artísticos un marco de referencias que no disuadan al espectador de la contemplación de la obra en primera instancia, pero que rápidamente pongan en crisis lo que creíamos saber alrededor de la misma.

Paratistas dirige su mirada hacía un pequeño grupo de artistas que trabajan con unas características definidas y que en su mayoría, por no decir en todos los casos, han decidido construir su obra ahondando en su relación con el arte sin sufrir las urgencias habituales que singularizan el trabajo artístico, tan triviales como obsoletas, puesto que los artistas elegidos trabajan profesionalmente en campos alejados de la producción artística, ajenos a la consagración de su obra como referentes generacionales, o citas de manual.

En cualquier caso, al referirnos a los artistas que aquí presentamos, no estamos hablando de amateurismo o de jóvenes acunados en la indolencia hedonista de la representación. Estamos haciendo mención a una serie de artistas que arrastran a su pesar la escogida misión de estar pará (‘junto a, al margen de’), la actividad artística, y del arte mismo. Quizás para coger impulso y regresar con energías renovadas a la creación, quizás exhaustos por los prosaicos juegos a los que nos tiene acostumbrado el arte contemporáneo, o quizás porque en el tiempo que permanecen en el subsuelo, o las nubes, se está más cerca de cada una de la partículas elementales que conforman la obra de arte.

Somos conscientes de la dificultad añadida al proponer un término que defina con precisión los acontecimientos que se suceden en el arte actual. Pero lo que no podemos negar es que cosas suceden, y que en asuntos artísticos suceden a millones, creando una comunidad de alumbramientos ante los que derivar una nomenclatura válida nos es harto difícil; y somos conscientes de que además es inútil. Existe, eso sí, una comunidad de creadores que forman un mundo flotante, que trabajan ocultos, desplazados de los centros de poder artístico, que combaten asociativamente en algunos casos, que se muestran en espacios fronterizos, o que de manera individual ejercen su actividad ajenos a las presiones del mercado y esas abyectas tensiones a las que deberían de someter a su obra.

La creación artística ha sufrido una profunda transformación desde el momento que «lo digital» y «lo virtual» se han apoderado de la manipulación y difusión planetaria de cualquier imagen o texto. Este hecho ha trastocado brutalmente la diáspora de la obra desde su creación hasta su recepción, lo que no tenemos tan claro es el modo en que ha cambiado la obra de arte en sí misma. Muchos de estos conflictos serán los artistas presentados quienes, a ser posible, tal como nos decía Cézanne, respondan con obra.

Julio Hontana. Comisario de la Exposición

Artistas:
Rafael Lafuente
Pablo Andreva
Israel R. Citores
Susana Baldor
David Azpurgua

Comisario:
Julio Hontana

Colaboradores:
Cultural Rioja

Fotografía:
Fernando Díaz